Nunca he sido la chica de bares, la perdición de alguien en las noches de alcohol. He besado a desconocidos por inercia, por saber como era. He bebido para pensar en alguien sin que doliera, para atreverme. Fui una cobarde escondida tras mi mascara de timidez. Culpaba a la vergüenza de no implicarme y me creí todas las excusas que inventé para mi. Fingía pensar que no merecía amor, cuando lo exigía con todas mis fuerzas. Decía sufrir por todos esos que no me correspondían, cuando de haberlo hecho habría salido corriendo. Me quejaba de las idas y venidas, cuando yo me he pasado la mitad de la vida huyendo. En el fondo siempre supe que las dudas me dominarían. Me enganchaba al juego porque me gustaba ver que me andaban buscando y el tonteo me atraía por la adrenalina. Siempre tuve claro donde me metía, me sé el proceso de memoria. Pero como iba a querer bien a alguien si a la hora de la verdad siempre terminaba largándome. La mayoría desistía al ver que solo les seguía por ...