Soy la
mejor definición de desastre que vais a conocer, una bala perdida que no tiene remedio ni lugar. Soy esa promesa que me hice y nunca tuve el valor de cumplir. Soy todas esas canciones que tarareo cuando camino sola por la calle, y también las que grito cuando suenan a todo volumen en cualquier bar de turno. Soy esas copas de más que nunca debí tomar, pero es que a mi el alcohol me sienta muy de puta madre. Soy una jodida ruina que nadie se esforzó en reconstruir, y menos mal. Soy mi propia salvación desde que comprendí que escribir cura más que el ibuprofeno y ayuda casi tanto como una botella de vodka. Soy todo eso que aún me queda por leer, y aprovecho para decirle a mi padre que nunca sabre como darle las gracias por inculcarme su amor por la lectura. Soy todas esas cosas que finjo no desear y que me quitan el sueño. Soy todos estos complejos que poco a poco van desapareciendo, y soy todo lo que estoy empezando a quererme. Soy las cosas por las que sonrió, por las que lloro; y sobre todo, soy todas las personas que quiero, eso no va a quitármelo nadie. Vale, lo repito: soy un desastre. Pero que orgullosa estoy de serlo. Y gracias a vosotros, soy un desastre hasta bonito.
¿En que jodido momento se te ocurrió pulsar sobre mi nombre para poner un simple "hola"? Dime, ¿por que decidiste hablarme precisamente a mi? Seguramente, la rutina te harto, necesitabas algo que hacer y alguien con quien charlar. Seguramente, no lo pensaste mucho. Seguramente, fue una tontería. Quizás no tenias nada mejor que hacer. Tal vez el aburrimiento te pudo y solo querías algo de entretenimiento. Pues, siento decírtelo, te equivocaste de persona. Aunque parece que ya te has dado cuenta. Lo que me jode es que ya han pasado ocho meses desde la primera vez que me hablaste. Y, has seguido haciéndolo. Eso es lo peor. Porque al principio, me daba igual. Me dabas igual, más bien. No me importabas para nada, en serio. Pero, las chicas nos enamoramos de lo que nos dicen, ya sabes. Y eso es lo que me paso. Cada día que hablábamos me iba a dormir con una sonrisa. Porque, aunque nuestras conversaciones fueran estúpidas, a mi me gustaban. Me hacían sentir bien. Parecía que te preo...
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