Nunca había sido demasiado sociable. Pasar mucho tiempo sola en su habitación, escribiendo o pensando, no la incomodaba. Cuando era pequeña,
en el colegio apenas hablaba con sus compañeros. Tenía miedo de destacar por
cualquier cosa, de ser diferente, de llamar la atención. No quería ser el
centro de todas las miradas, no quería cometer errores. A decir verdad, nadie
le hablaba a menos que fuera necesario. Ella era ese elemento discordante e
incomprensible que debía ser ignorado. No le parecía justo. Si hubiera hecho
algo malo, quizás se merecería que la excluyeran y la juzgaran. Pero no era así.
La gente que la rodeaba no intentaba comprenderla. Solo sentían aversión hacia
ella. Todos la consideraban un estorbo y opinaban que sobraba. No entendían que
cada persona es como es, que la gente tímida también tiene derecho a existir.
¿En que jodido momento se te ocurrió pulsar sobre mi nombre para poner un simple "hola"? Dime, ¿por que decidiste hablarme precisamente a mi? Seguramente, la rutina te harto, necesitabas algo que hacer y alguien con quien charlar. Seguramente, no lo pensaste mucho. Seguramente, fue una tontería. Quizás no tenias nada mejor que hacer. Tal vez el aburrimiento te pudo y solo querías algo de entretenimiento. Pues, siento decírtelo, te equivocaste de persona. Aunque parece que ya te has dado cuenta. Lo que me jode es que ya han pasado ocho meses desde la primera vez que me hablaste. Y, has seguido haciéndolo. Eso es lo peor. Porque al principio, me daba igual. Me dabas igual, más bien. No me importabas para nada, en serio. Pero, las chicas nos enamoramos de lo que nos dicen, ya sabes. Y eso es lo que me paso. Cada día que hablábamos me iba a dormir con una sonrisa. Porque, aunque nuestras conversaciones fueran estúpidas, a mi me gustaban. Me hacían sentir bien. Parecía que te preo...
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