Nunca diré que por las noches todavía pienso en él. Que hasta las baldosas de la calle me recuerdan lo bonito que es ser tan ingenua como lo fui yo. Lo sencillamente destructible y devastador que es no conocer nada de la vida, pero darla por alguien. Cuando la inocencia aún nos cubría con su velo, protegiéndonos y llenándonos de tontas esperanzas e ilusiones, ahora vacías y carentes de sentido. De todo aquello, ahora no queda nada. Aparentemente, al menos. Increíble pero cierto amor, me has dejado irremediablemente marcada. Llena de heridas y cicatrices, que no creo que jamas se curen del todo. En eso consistía tu misión, en hacerme fuerte a base de golpes. Pero hubo daños colaterales. La mascara de la debilidad aún habita en mi. Quizás ahora, aguante mejor lo que quede por venir. No lo sé, pero conseguiste que dejara de creer en las falsas promesas, y ya de paso en lo imposible. De pronto, crecí, y madure. Y así fue, que me volví más precavida a la hora de compartir mis pensamientos. Ahora prefiero quedarme en silencio, escuchando, sin expresar nada. Y lo que nadie sabe es que en mi mente libro batallas personales. Que estoy llena de gritos internos, y muchos se asustarían al averiguar lo que opino de ellos. Puede que sea callada, pero eso no significa nada. Mi corazón bombea y mi cabeza piensa, más que la de algunos de esos que hablan sin medir sus palabras.
¿En que jodido momento se te ocurrió pulsar sobre mi nombre para poner un simple "hola"? Dime, ¿por que decidiste hablarme precisamente a mi? Seguramente, la rutina te harto, necesitabas algo que hacer y alguien con quien charlar. Seguramente, no lo pensaste mucho. Seguramente, fue una tontería. Quizás no tenias nada mejor que hacer. Tal vez el aburrimiento te pudo y solo querías algo de entretenimiento. Pues, siento decírtelo, te equivocaste de persona. Aunque parece que ya te has dado cuenta. Lo que me jode es que ya han pasado ocho meses desde la primera vez que me hablaste. Y, has seguido haciéndolo. Eso es lo peor. Porque al principio, me daba igual. Me dabas igual, más bien. No me importabas para nada, en serio. Pero, las chicas nos enamoramos de lo que nos dicen, ya sabes. Y eso es lo que me paso. Cada día que hablábamos me iba a dormir con una sonrisa. Porque, aunque nuestras conversaciones fueran estúpidas, a mi me gustaban. Me hacían sentir bien. Parecía que te preo...
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