Hay un momento cuando te enamores en el que te sientes desprotegido, pero es bonito. Estas ahí, sin chaleco antibalas y te sientes libre. No piensas en el riesgo que corres porque solo piensas en sus ojos, solo. Que más dará todo. Como un suicida te acostumbras a él sin tenerle, le dedicas insomnios mientras duerme, poemas bonitos que nunca lee. Ya no sonríes tanto, solo te quedas sentada, esperando; que es como consumirse pero sin echar humo. Y el tiempo pasa lento, muy muy lento. Los días se confunden, a veces un domingo puede durar una semana. Te miras a los ojos en cada espejo y lo comprendes todo. Estas tan solo porque nunca has sabido estar con nadie, ni siquiera contigo mismo. Rompías las cosas a tu paso, ¿quien va a enamorarse de una catástrofe? Pero hasta los tornados necesitan un abrazo. Que desgracia. Llorabas cuando nadie te veía, hasta que dejaste de llorar sin caber como. Todo se iba acumulando dentro. Como si llevases una mascara. Duele, es eso. Que no te atreves a lucha...