Y es que cuando somos pequeños creemos que somos los mejores, que somos perfectos, que algún día llegaremos a ser unas princesas preciosas o unos caballeros valientes como los de los cuentos, futbolistas famosos o astronautas, o quien sabe que. Creemos que somos únicos, que somos guapos, que todos nos van a querer siempre. Sentimos que somos el centro del mundo y que nada puede seguir sin nosotros. Necesitamos atención y no tenemos dudas acerca de nada, al fin y al cabo somos niños, nada de lo que hagamos puede estar mal, no tenemos nada de lo que preocuparnos. No sabemos lo que es el amor, pensamos de la manera más ingenua posible que es algo bonito y de cuento de hadas. Y en realidad, no tenemos ni idea, no sabemos lo alejados que estamos. Pensamos que encontraremos a la primera a alguien que nos llene, a alguien que nos quiera y que sea capaz de matar monstruos por nosotros. Que nos elegirá a nosotros, sin tener en cuenta a nadie más. De todas formas, eso nos creemos, los mejores, s...