Dejate llebar, solo siente. Mirale, como tantas otras veces lo he hecho yo. Llevale la contraria, como hago desde siempre. Dile que no me importa. Que fue solo uno más. Dile que no le quiero, dile que estoy enamorada de otro. Dile que, le he olvidado, que salio de mi vida, sin ni siquiera haber entrado. Dile que fue una simple diversión para mi, nada más. Dile que estoy con otro, aunque sea la mayor mentira que hayas soltado. Dile, que ni siquiera le odio. Dile que a veces ni me acuerdo de que existe, de que esta por hay. Dile que cuando me hablan de él, me aburro, y exigo que me hablen de alguien interesante. Dile, todo eso, por favor. Pero no le digas que todo es mentira, que la verdad es que creo que le quiero.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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