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Mostrando entradas de agosto, 2014

Escrito un 18 de agosto

Para empezar debería reconocer que soy una cobarde. Una cobarde con todo lo relacionado al amor, con todo lo real, lo palpable. Soy un jodido desastre hecho cuerpo, lleno de culpa e inseguridad. Sigo siendo esa niña con un miedo atroz a quedarse sola. Ya lo de vivir de ilusiones no me vale, porque me doy de bruces contra la realidad y me hundo. Y pensar que era yo la que condenaba a otros por huir cuando les pedían que se quedasen. Ahora comprendo perfectamente estas ganas de volver a ponerte la mascara y correr hacia un lugar seguro, donde no te puedan herir. Estoy acojonada.

Besos y alcohol, mala combinación.

Quien me iba a decir a mi que los besos saben mejor cuando no los mezclas con alcohol. Nada mejor que lo de irse a dormir sin arrepentirse de nada, con la sensación de que por fin empiezas a controlar tu propia sonrisa. Sera que a veces la suerte se pone de nuestra parte; y a mi ya me tocaba ganarle algún pulso a la vida. Soy de las que une borracheras y fracasos, la que no sabe diferenciar entre vasos y labios. Menudo mundo me he perdido intentando encontrarme en miles de copas, pero que bonito es darme cuenta de mi error de esta forma.

Soy un desastre, y menos mal.

Soy la mejor definición de desastre que vais a conocer, una bala perdida que no tiene remedio ni lugar. Soy esa promesa que me hice y nunca tuve el valor de  cumplir . Soy todas esas canciones que tarareo cuando camino sola por la calle, y también las que grito cuando suenan a todo volumen en cualquier bar de turno. Soy esas copas de más que nunca  debí  tomar, pero es que a mi el alcohol me sienta muy de puta madre. Soy una jodida ruina que nadie se  esforzó  en  reconstruir , y menos mal. Soy mi propia salvación  d esde  que  comprendí que escribir cura más que el ibuprofeno y ayuda casi tanto como una botella de vodka. Soy todo eso que aún me queda por leer, y aprovecho para decirle a mi padre que nunca sabre como darle las gracias por inculcarme su amor por la lectura. Soy todas esas cosas que finjo no desear y que me quitan el sueño. Soy todos estos complejos que poco a poco van desapareciendo, y soy todo lo que estoy empezando a quererme. Soy las cosas por las que sonrió, por las

Puedo hacerme feliz.

Poco se habla del placer de olvidar, de mirar a la cara de la realidad. Normalmente solo se piensa en el dolor que te puede acarrear apartar a alguien de tu cabeza. Pero nadie nos cuenta la agradable sensación de conseguirlo. Y que bonitos son algunos finales, sobre todo cuando pierdes algo que nunca quisiste haber encontrado. Cuando dejas de necesitar las palabras de alguien para continuar y empiezas a comprender que el oxígeno es el único que te mantendrá con vida.  Acojona pensar en cuantísimo daño soy capaz de hacerme, y cuanto me gusta sufrir. Que peligro tengo al ser mi mayor victima. Pero del mismo modo que me he jodido viva, puedo hacerme completamente feliz. Sin ayuda.