Hoy te quiero mucho menos que ayer, pero aun así menos que mañana. Me entretengo con tíos que no quitan la sed, que no me hacen crecer. Y todo, porque ya no estas. Me quedo pensando, me conoces demasiado, y me has calado. Pero yo sé que estarás bien, muy pronto alguien ocupará mi espacio en tu cabeza, te dirá lo que quieres oír y escribirá en tu piel todo lo que nunca hice bien. Ya no somos los de ayer ni seremos la pareja de mañana, la inocencia solamente se pierde una vez, lo demás son tristes fotocopias malas. No se puede volver, el pasado hay que guardarlo en una caja. Pero yo sé que estaré bien, muy pronto alguien ocupará tu espacio en mi cabeza, y olvidaré en su piel todo lo que nunca hice bien.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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