Y pensar que la única persona a la que quieres, nunca se fijara en ti. Me llaman pesimista, pero no puedo negar lo evidente más. Yo le quiero. ¿El a mí? No. Nunca. Jamás. Son esas cosas que las personas tienen que asumir en una época de su vida. Tienes que aprender a asumir que las cosas cambian constantemente, no puedes evitarlas. Tienes que asumir que la mitad de los que conoces piensan que eres gilipollas, la otra mitad, en cambio, te adora. Tienes que asumir que este mundo está lleno de imbéciles, y si tienes mi mala suerte, te vas a encontrar con todos. Tienes que aprender a sufrir, a vivir sin temor. Y, yo, tengo que asumir que nunca serás mío.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Me encanta, simplemente.
ResponderEliminar:D Un besito desde http://sonriesinsentido.blogspot.com/