Y ojala tuviera mas idea de escribir, ojala pudiese contar en una frase todo aquello que me provoca verte reír. Ojala pudiese contar las veces que me has salvado de mis precipicios. Ojala supiera como darte las gracias. Pero no, no lo sé. De echo me es más fácil reprimir todo aquello que siento, que explicártelo. Que intentar que te des cuenta de que nos lo hemos dado todo mucho antes de compartir un beso.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Muy bonito, muy sincero, muy piel.
ResponderEliminarPero créeme, que por usar bien las palabras no vas a superar el poder de una sonrisa de esas que se dan con los ojos.
Un saludo.