Hola, estoy aquí para contar mi historia. La mía, la de verdad. Para hablar sobre mi. Y sobre él, para variar. Empezare diciendo lo básico: No soy una santa. Pero tampoco una mala persona. Soy tímida, rara en muchas ocasiones, y tengo mis paranoias y teorías sobre todo. Tengo épocas muy malas. Pero soy feliz. Conozco a muchos gilipollas. Pero doy las gracias por tener a mi gente conmigo, a mis amigos y a todos los que merecen la pena, cerca. Soy celosa. Me da miedo la humillación publica y me pongo muy nerviosa cuando mucha gente me mira a la vez. Tengo tropecientos mil defectos y pocas virtudes. Me gusta almacenar recuerdos, la fotografía, y que me quieran. Y, esa, básicamente, soy yo. Bien, ahora que ya me conocéis, supongo que podréis entender mi historia. Es larga de contar, creerme. La resumiré. Sigo completamente enamorada de ese gilipollas al que llamo mi primer amor, después de casi cuatro años. Del mismo gilipollas que me a roto el corazón tres mil veces. Del mismo gilipollas, al que el destino esta empeñado en mantenerme pegada. Del mismo gilipollas que lleva tanto tiempo en mi cabeza. Del mismo gilipollas, del que estoy absolutamente obsesionada. Del mismo gilipollas al que odio. Del mismo gilipollas que nunca me querrá. Y, eso, lo resumo todo en tres palabras: no se olvidar.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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