Si sigues pensando en él, cada vez te va a costar más olvidarle.
Si no te habla, es porque no le interesas. Quien te quiere, te busca. Si
alguien te ignora, es porque probablemente no le importas. Ponerte borracha
hasta el culo no te va hacer pasarlo mejor. Ridiculizar a los demás no te va a
hacer ser mejor que ellos. Que para tener
buenos amigos hay que saber serlo. Aparentar algo que no eres, no te va
a hacer tener más. Decir que eres feliz y sonreír todo el rato no te va a hacer
serlo. Seguir queriendo al mismo gilipollas que tanto daño te a echo no es
amor, es tener un retraso mental. Que el
orgullo solo sirve para perder oportunidades y personas. Los secretos están para
guardarlos y las promesas para cumplirlas. Que no tiene sentido dedicarles más
tiempo a personas que te lastiman. Que simplemente, no te quiere. Pero en el
fondo, tu todo eso ya lo sabes. En el fondo, sabes perfectamente como es la
vida, sabes cómo es cada cosa y la razón de todo. Todas esas cosas, ya las
sabemos. Sabemos que tenemos que prepararnos para triunfar, que tenemos que
estudiar para llegar a ser algo, que en nuestra vida somos nosotros los que debemos
decidir. Sabemos todas esas cosas, básicas en el fondo. Pero, nos da igual. Nos
da igual, porque somos todos demasiado masoquistas. Masoquistas, orgullosos,
idiotas e ingenuos. Sabemos que vamos a sufrir, pero no nos importa. Al fin y
al cabo, ¿Qué haríamos sin complicarnos un poco la vida?
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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