"Soy como un libro. Aparentemente aburrido. Fácil de echar a un lado. No te das cuenta de si está o no ahí; pero una vez que lo abres, te das cuenta, por cada página, que escondo un secreto, que no soy como pensabas, y que soy mucho mejor que las personas me quieren echar abajo. Que tengo magia, que tengo imaginación, que estoy llena de inspiración y llena de acertijos, que soy un misterio, pero no lo sabes, porque soy esa clase de libros que nadie lee."
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario