Son las dos de la
madrugada. Y aquí sigo como todas las noches sin parar de pensar en ti. Como
desde el principio, como desde el comienzo, sigues siendo mi desvelo. Mi razón
más real, la casualidad de mi vida, el motivo por el que creo en el destino. Personas
que me quieren y valoran, personas en las que confió más que en mi misma, me
han gritado ya muchas veces que soy gilipollas por seguir reteniéndote en mi
mente. Y el corazón todavía me duele. Mejor dicho, nunca me ha dejado de pedir
a gritos piedad. Por eso, sigue cada día rogándome que le deje funcionar
correctamente, sin el jodido recuerdo de tu nombre. Pero, yo soy la que vive
con una presión constante en el pecho. Yo soy la que pasa estas frías
madrugadas debajo de mis sabanas sin alejarte ni un instante de mi memoria, autodestruyéndome
poco a poco. Yo soy la que contemplo mi reflejo cada día frente al espejo teniendo
la absoluta convicción de que tú odias todo esto, de que cada parte de mí nunca
será lo suficientemente buena para ti ni para nadie. Yo soy la retrasada que no
aprende, la que queda de tonta, la que todos miran con pena porque no sabe
olvidar. Yo soy la niñata a la que dejaste marcada de por vida, la primera cría
a la que enamoraste sin buscarlo, y la que todavía se acuerda de todas nuestras
bromas que para ti no significaron nada, pero que a mí me llenaron el alma. Yo
soy la maldita estúpida que más te va a querer. Por eso nunca me duermo antes
de las dos de la mañana, por eso estoy acostumbrada a dormir poco. Porque por
las noches dejo de engañarme y mis heridas incurables salen de su escondite
para recordarme lo único que siempre he tenido claro en esta historia. Y
también lo único que me ha hecho llorar en incontables ocasiones. No quieres
ser el amor de mi vida.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Hola, queria mandarte un mensaje mas "privado" pero nose usar esto, de hecho me lo hice solo para comentarte aqui. Me asombra tu madurez en tus escritos y pensar que tienes tan solo 16 años, tengo 18 tampoco soy tan grande, pero me siento tan identificada a veces con las cosas que escribes y mas ahora cuando necesito a alguien que pueda entenderme.. eres una ecxelente escritora, sigue asi y de seguro llegarás muy lejos, por cierto soy de Chile, cuidate adiós.
ResponderEliminarMillones de gracias por este mensaje, me ha encantado, este tipo de comentarios me animan a seguir escribiendo :)
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme, de verdad, si necesitas algo aquí estaré, un beso y te deseo lo mejor.