Ella es joven, le queda toda la vida por delante. Ella sabe mentir, lo hace siempre. Incluso a las personas que más se preocupan por ella. A ella le da vergüenza reconocer algunas cosas. Ella cree que la gente le juzgara; y en cierto modo lo comprendo, con toda la chusma que hay suelta por ahí. Ella finge ser fuerte. Ella intenta hacerse la feliz. Ella solo quiere salirse con la suya. Pero ella tiene que entender que los que la queremos no la juzgaremos, solo la intentaremos ayudar. Ella es como una niña. Ella está sola. Muy sola. Siente que no puede hablar con nadie, y no es cierto. Ella ha sufrido mucho, y demasiado pronto. Ella sabe lo que es perder a alguien, pero no afrontarlo. Ella se ha quedado ahí, medio anclada en los doce años. Ella ha perdido mucho y ha ganado poco. Ella solo quiere divertirse, puede que no de la mejor forma, pero ¿Quién es nadie para negárselo? Después de todo lo que le ha pasado, nadie podría mirarle a los ojos y decirle que esta fuera de lugar. Yo, al menos, no puedo. Ella guarda muchos secretos consigo misma. Ella tiene ideas locas que hacen que notes que no está bien. Ella miente más que habla. Ella es demasiado tímida con quien conoce de toda la vida. Tiene miedo al rechazo. Ella sabe demasiado de mi, y yo demasiado poco de ella. Y eso que soy la que más la conoce. Ella piensa que nadie la comprende, dice que no es fácil hablar de lo que paso. Ella solo quiere olvidar y emborracharse. Cree que así será más feliz. Ella no entiende que estoy aquí para ayudarla. Pero si ella no me deja, no puedo. Ella debería decirme la verdad, nunca voy a creerme mejor ni pensare que ella no es importante. Yo la quiero igual. Y entiendo que siga pasándolo mal. No sabéis lo que daría porque todas estas paranoias fueran mi imaginación. Pero no solo conozco su ultima pesadilla, también las mil anteriores. Y, con todo lo que se, sabiendo que no puede seguir así, no tengo cojones de decirle que no a nada. Si le digo que se venga a ella le da vergüenza y la dejo desprotegida a lado de esa gentuza de la que la quiero alejar. Pero si no le digo nada, no se enfrentara nunca al mundo, seguirá sola, su adolescencia la pasara encerrada en sí misma. Solo quiero que sea feliz.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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