He llegado a un momento, en el que solo quiero esperar. Pero hay algo que me preocupa. No recuerdo como era querer tantísimo a alguien. De verdad, que por más que lo intento, no me acuerdo de cómo paso, de cómo se consigue estar tan patéticamente enamorada. ¿Acaso se me agoto el amor? ¿Acaso nadie me va a hacer sentir igual? Lo pase mal. Muy mal. Estoy mejor sin pensar en ti, eso no lo dudo. Lo que me preocupa es no volver a querer tanto a alguien. ¿He sentido algo parecido desde entonces? Creo que sí. Pero sigo sin recordar como es. ¿Y si no vuelvo a notarlo nunca? Tengo miedo de vivir sin esa emoción. Tal vez sea el miedo de que algo así vuelva a pasar. Tal vez. O también, puede que me haya hartado del amor, sin ni siquiera haberlo vivido o saber como es.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario