Que no lo aguanto. Harta de críticas, de mentiras, de indirectas camufladas en frases simples, de tan poco caso a lo mío, y tanto a la gente que no conocen. ¿Qué existo, sabes? Te estoy hablando, mírame a la puta cara. Odio a la gente que no te mira a la cara cuando le hablas, son todos una panda de creídos y, aunque no lo admitan, se creen mejores. Todo el rato sacando faltas para sentirse mejores consigo mismos, quieren hacerte creer que ellos son más guapos, más altos, más TODO. ¿Pero sabes qué? Es eso, lo que te deja ver que tienen un gran problema, que no es normal sentirse bien haciendo daño a otros. Indica falta de personalidad. Indica que lo único que necesita para ser feliz, es joder a otros, sentirse a mil kilómetros por encima de ellos. Enserio, intenta ser mejor que tú mismo, no mejor que los demás.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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