Voy a ser sincera: no te aguanto. Odio que le des
importancia a cosas que no la tienen en absoluto, y a las cosas importantes, no
les hagas ni caso. Lo único que quieres es caer bien a la gente, tener más
amigos, intentar sentirte superior, para que tu mierda de vida sea mejor.
Porque, reconócelo, no te conformas con tu vida. Quieres más. Necesitas más.
Quieres que hablen de ti, ser dios. Perdona, bonita, pero yo si fuera tú me centraría
en la gente cercana a ti, en las personas que supuestamente siempre van a estar
ahí. Lo que no entiendo es porque todo el mundo piensa que eres simpática, un
encanto. Sera que no te conocen tanto como yo, que ni se imaginan lo falsa que
eres, lo mucho que les criticas sin que se den cuenta. Simplemente, quieres
caer bien a tanta gente, que acabaras aborreciéndote a ti misma.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario