Adoro cuando te ríes sin venir a cuento. Cuando intentas ayudar a los demás, queriendo parecer indiferente. Cuando sonríes y te ríes de ti mismo, intentando disculparte por algún error o fallo tonto. Te escondes detrás de una mascara de que nada te afecta demasiado, que eres alguien normal. Se que debajo de todo, eres especial. Te gusta hacer chistes tontos cuando no sabes que decir, te pones rojo cuando se te quedan mirando o te recuerdan algo de lo que te avergüenzas. Tienes millones de canciones distintas en tu ipod, de toda clase y estilo. Me gusta cuando te pones bien el pelo cuando crees que nadie te mira. Le das golpes a la mesa cuando estas aburrido, creando una melodía rítmica. La gente te tiene que llamar varias veces, porque estas en tu mundo lejano, perdido en tus pensamientos. Eres más torpe que yo, y eso ya es decir mucho. Me gusta cuando dices cualquier tontería, y pones caras raras. Ya ves, sigo conociendo cada parte de ti.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario