Que, gracias. Gracias por estos nueve meses. Gracias por hacerme reír y por hacerme sentir parte de algo maravilloso. Gracias por esos días en los que eran demasiado divertidos como para estar triste, los momentos buenos (que no han sido pocos, lo se), y por hacerme comprender que la timidez se puede dejar atrás, que todos estamos juntos en esto, siempre, porque todos y cada uno de nosotros sabemos lo que es estar allí. Que, os echare de menos a todos, gracias por el cariño y las risas. Gracias de verdad, por este tercero de la eso. Gracias a todos de los que habéis hecho de este curso, inolvidable.
Y FELIZ VERANO!
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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