Siempre habrá algún gilipollas, otro que no se de cuenta de todo lo que haces por él o por ella y también habrá alguien que no se merece que le quieres como lo haces. A veces te gustaría que apreciaran los pequeños detalles, los pequeños gestos y los pequeños mundos que mueves por ellos. Te gustaría que esas personas se dieran cuenta de lo mucho que las quieres y de que siempre, siempre, siempre, van a tenerte a su lado. No importa como te traten, como cambien, como vivan. Siempre vas a estar a su lado. Porque, por mucho de que no se den cuenta de todo lo que haces por ellos, por mucho que no te necesiten, tú vas a estar ahí. En las buenas y en las malas.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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