Dolía
inmensamente. Si, dolía. Pero logre
acostumbrarme a vivir con ello, a vivir con ese peso que me comía por dentro. “No
te quiere” me decían, cada día, repitiéndomelo de millones de maneras
distintas. A veces de repente, otras se veía venir, y algunas eran por
sorpresa. De vez en cuando en público, para dejarme peor. Con el fin de hacerme
llorar, de hacerme sentir una mierda, de hacerme polvo. En ocasiones lo decía la
gente sin importancia, gente que creía cotillas sin vida. Pero, lo jodido es
cuando las personas que supuestamente deben estar contigo, te lo dicen. Lo
jodido fue cuando me dejaban claro lo poco que valía. Así que, si, me dejaron
destrozada. Pero la culpa no fue solo de él. Una gran parte lo fue, no lo
niego. Pero, también tuvieron mucha otras personas, personas a las que
consideraba y hoy todavía considero amigas.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Me encanta tú blog, pequeña, no dejes de escribir. <3
ResponderEliminar