Nunca diré que por las noches todavía pienso en él. Que hasta las baldosas de la calle me recuerdan lo bonito que es ser tan ingenua como lo fui yo. Lo sencillamente destructible y devastador que es no conocer nada de la vida, pero darla por alguien. Cuando la inocencia aún nos cubría con su velo, protegiéndonos y llenándonos de tontas esperanzas e ilusiones, ahora vacías y carentes de sentido. De todo aquello, ahora no queda nada. Aparentemente, al menos. Increíble pero cierto amor, me has dejado irremediablemente marcada. Llena de heridas y cicatrices, que no creo que jamas se curen del todo. En eso consistía tu misión, en hacerme fuerte a base de golpes. Pero hubo daños colaterales. La mascara de la debilidad aún habita en mi. Quizás ahora, aguante mejor lo que quede por venir. No lo sé, pero conseguiste que dejara de creer en las falsas promesas, y ya de paso en lo imposible. De pronto, crecí, y madure. Y así fue, que me volví más precavida a la hora de compartir mis pensamientos. Ahora prefiero quedarme en silencio, escuchando, sin expresar nada. Y lo que nadie sabe es que en mi mente libro batallas personales. Que estoy llena de gritos internos, y muchos se asustarían al averiguar lo que opino de ellos. Puede que sea callada, pero eso no significa nada. Mi corazón bombea y mi cabeza piensa, más que la de algunos de esos que hablan sin medir sus palabras.
Escribir sobre ti me resulta tan complicado... ¿Cómo podría explicarte, que la realidad en tus ojos me refleja, y me asusta, y me acojonas cada vez que creo ver que realmente es a mí a quien miras y no a una imagen estereotipada de un personaje ficticio? Tú no eres ningún personaje, tú eres simplemente.... todo lo que mi corazón ha buscado desde el mismo instante en que bombeó la primera ráfaga de sangre a todo mi cuerpo. Porque cada uno de mis textos te los he escrito a ti sin haberte conocido, y sin embargo, hoy tiene nombre y apellidos. Tiene los ojos más intensos que jamás he mirado. Tiene el cuerpo y las medidas perfectas para hacerme perder el Norte, el Sur, y cualquiera de mis puntos cardinales. Tiene la boca con el nombre del pecado que cometería cada segundo de mi vida. Tú no eres veneno.. eres una droga deliciosa por la que morir de sobredosis. Eres la conjugación que une el Invierno y la Primavera. Puedo ser lo que quieras que sea pero sobre t...
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