Sigo siendo esa niña que lloraba con las despedidas. A día de hoy sigo convencida de que tendré mi propio cuento de hadas, que alguien estará dispuesto a darlo todo por mi. Se ve que no he aprendido lo suficiente de las hostias que me ha dado la vida, porque aun mantengo ese pequeño grado de esperanza. Tal vez en el mundo haya alguien para mi, ¿no? Una persona capaz de pensar en mi de esa forma, que por primera vez me enseñe a respetarme lo más mínimo y que, también por una vez, no me haga daño.
Escribir sobre ti me resulta tan complicado... ¿Cómo podría explicarte, que la realidad en tus ojos me refleja, y me asusta, y me acojonas cada vez que creo ver que realmente es a mí a quien miras y no a una imagen estereotipada de un personaje ficticio? Tú no eres ningún personaje, tú eres simplemente.... todo lo que mi corazón ha buscado desde el mismo instante en que bombeó la primera ráfaga de sangre a todo mi cuerpo. Porque cada uno de mis textos te los he escrito a ti sin haberte conocido, y sin embargo, hoy tiene nombre y apellidos. Tiene los ojos más intensos que jamás he mirado. Tiene el cuerpo y las medidas perfectas para hacerme perder el Norte, el Sur, y cualquiera de mis puntos cardinales. Tiene la boca con el nombre del pecado que cometería cada segundo de mi vida. Tú no eres veneno.. eres una droga deliciosa por la que morir de sobredosis. Eres la conjugación que une el Invierno y la Primavera. Puedo ser lo que quieras que sea pero sobre t...
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