Sé de sobra que tienes mejores cosas que hacer que hablar conmigo. Que tu mundo no gira en torno a nuestras conversaciones, y que nunca lo hará. También intuyo que ya ni siquiera piensas en mi, y que ni de lejos se te pasa por la cabeza eso de volver a escribirme. Ya no soy importante para ti (si es que alguna vez lo fui), lo tengo claro. Soy consciente de que me ilusione sin motivos, que me haga la tonta no significa que lo sea. Solo me pregunto, ¿que coño querías de mi tío? No tenia sentido hablarme si no tenias intención de dejarme pillada por ti. Y ahora aquí estoy, imaginándote a mi lado a cada segundo del día. Y ahora es demasiado tarde. Demasiado tarde para echar marcha atrás. Ahora ya lo doy todo por ti.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario