Te he perdido entre la gente. Te he adorado y te he odiado. Y en el fondo sabes bien, que en los peores momentos, llevas dentro un ángel negro, que nos hunde a los dos. Y cuando llega el nuevo día, me juras que cambiarías, pero vuelves a caer. Te dolerá todo el cuerpo, me buscaras en el infierno, porque soy igual que tú. Todo lo que siento por ti, solo podría decirlo así.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
hermoso ...despierta una pasión..!
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