7, mi número favorito. Siete caminos, siete vidas. Siete personas, siete cuerpos. Siete maneras de pensar, a cada cual mas alocada y divertida. Siete sonrisas, siete miradas. Siete razones, siete chicas. Siete juntas. Nos peleamos, nos enfadamos. Nos ofendemos, nos hacemos sentir mal. Pero también nos apoyamos, nos queremos. Nos reímos juntas, somos felices. Hemos pasado por muchas cosas, hemos visto la vida y a las personas cambiar. Hemos conocido a gente de lo más extraña, hemos hecho locuras y cosas que hacen dudar de nuestra salud mental. Hemos creado una barrera, la hemos llenado de bonitos recuerdos y momentos inolvidables. Hemos crecido, estamos creciendo. Hemos aprendido a entendernos, sabemos que no siempre será fácil. Pero lo lograremos. Hemos pasado por muchas cosas juntas. Y, sé que faltan muchas más por conocer, nos quedan muchas cosas por sentir, por vivir juntas. Somos siete. Siete amigas.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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