Tal vez sea que me van los finales felices. Sera que soy una romántica, aunque lo oculte bien. Puede que sea todo culpa de las películas, mis altas expectativas frente a los tíos. A saber. Quizás sea que tu sonrisa es difícil de igualar, que ya es imposible cambiar este sentimiento, que tu manera de hablarme es la de siempre, y eso me hace seguir aquí. Quien sabe, ¿no? La vida da muchas vueltas. ¿Que nos depararan a todos los próximos meses? Solo espero que las alegrías sean mayores a las desgracias. Que difíciles parecen las cosas hoy. Pero soy feliz. Soy feliz y no se porque. Igual es la compañía. Mi gente. Esa de la que tan orgullosa estoy y a la que tanto quiero. No lo se. Pero soy feliz. Y eso es lo que importa.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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