Y simplemente, debes disfrutar de lo que haces. Al fin y al cabo, recuerda que es tu vida. Si, bueno eso dicen. También dicen que le olvides ya, que estas obsesionada con él, que te hace mal, que eres demasiado buena persona como para que te traten así. Que dejes de pensar en él, que no te mereces sufrir por un imbécil. Que lo apartes de tu cabeza, que cierres tu mente, que saques todos los recuerdos que tengan que ver con él: su risa, su voz, su manera de caminar, sus grandes ojos marrones, su actitud de que nada le importa. Que lo borres todo, que solo quede una cosa clara: no es bueno para ti, si sigues pensando en él, las cosas solo empeoraran. Que ya esto no es amor, es obsesión, es enfermedad, es grave. Que dejes de actuar como una niña caprichosa. Te dicen que ya has tenido tiempo suficiente para quererle, que no puedes seguir igual, que te pasaste de la raya hace mucho. Te dicen que comprenden que olvidarle no es fácil, pero que en cuatro años ya deberías haberte cansado, debería haber dejado de ser parte de tu mundo hace tiempo. Que dejes de ser una tonta, una estúpida. Que solo sigue todo esto por ti, que si quisieras, le podrías haber sacado de tu ser mucho antes. Que dejes de soñar con lo que nunca va a pasar, esta claro que no te quiere. Deja de ir detrás de él, dicen. Y, tu lo entiendes. Entiendes que te digan todas esas cosas, porque tu ya sabias todo eso antes de que empezara todo. Lo entiendes, son gente que te quiere, están hartos de ver como malgastas tu vida soñando con él. Pero, sabes otra cosa. Todos te dicen lo mismo, sin darse cuenta de que por más que te lo digan, por más que lo repitan, vas a seguir queriéndole, vas a seguir pensando en él de la misma manera. Y, la verdad es que no sabes como deshacerte de él, como sacarlo de tu vida, como dejar de sentir que sin él no eres nada. Y, tampoco es que te importe mucho. Te da igual que pase sus días con otra que no eres tú. Te da igual lo que este haciendo en este momento. Te da igual con quien hable, con quien salga y con quien se divierta. Es lo raro. Le quieres, pero te da igual. No te afecta mucho saber que quiere a otra, que nunca piensa en ti, y que las pocas veces en las que si lo hace sea para reírse de ti. Sera que te has acostumbrado a que no te tengan en cuenta, que ya sabes de sobra que no formas parte de su vida directa. Y no te importa. Y, supones que así sera el resto de tu vida. Le seguirás queriendo siempre, pero aprenderás a vivir sin él.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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