Sabes ese momento? Cuando haces el mayor ridículo de todos, cuando haces una gilipollez enorme. Todos los de alrededor te miran, flipan contigo. Das pena, das risa. Das vergüenza ajena. No eres normal. Pero te da igual. Lo estas pasando bien, con tus amigas. Te da igual que os miren y se rían de vosotras. Solo te sientes bien, que te lo estas pasando en grande, te ríes, te mueres de la risa. Como si estas revolcándote por el suelo, gritando lo más alto que puedas o cantando una canción. Da igual lo que estéis haciendo, sabes que una chorrada, algo que la gente normal no haría en ciertas circunstancias. Pero no te importa nada. Te sube la adrenalina y sueltas una carcajada. Os lo estáis pasando bien, es un momento que recordareis. Quieres a tus amigas, y ellas te quieren a ti. Os sentís bien, desbordando de felicidad. Hacéis el subnormal, no os importa el que dirán. Te juro que en tu vida vas a tener momentos mejores que ese.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
Comentarios
Publicar un comentario