No sé que me pasa. Tal vez sea que el verano se a acabado, que todo vuelve a empezar. Las clases, la gente de siempre, las movidas, el deseo de los viernes y los sábados... Y el miedo. Todo vuelve en la rutina. Echare de menos el verano, mucho de menos. Pero intentare afrontarlo mejor que el año pasado. Este por lo menos tengo a mi gente más cerca. Quien sabe. Quizás sea un buen curso. Quizás estos nueve meses me hagan diferente, mejor persona, más feliz... No sé. Quien sabe lo que pasara. Abra muchas cosas que nos sorprendan, eso lo tengo asumido. Solo espero pasarlo siempre bien, intentar ser feliz en cada segundo. Eso es lo que cuenta.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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