Está la gente que se enfada por cualquier motivo, los que
nunca paran de sonreír, aquellos que tropiezan continuamente y otros que rara
vez cometen errores. Están los que
lloran por algo y los que lloran por alguien. Están los que prefieren el azul y
los que prefieren el blanco, los que siempre mienten y los que se esfuerzan por
ser sinceros. Existen las buenas personas que siempre acaban peor que nadie y
las malas que terminan consiguiendo todo lo que se proponen. Existen las que se
maquillan como puertas y las que no, también los que se consideran tontos y los
que lo son, los que se creen mejor que nadie y los que se sienten una mierda.
Y, luego esta ella. Ella que se enfada por todo, pero que intenta no parar de sonreír,
que comete un error tras otro y llora por alguien. Ella que prefiere el azul, que
intenta no mentir a menos que vaya a hacer daño a alguien, que a veces es buena
y a veces es mala, pero que sea lo que sea, siempre acaba mal. Ella que no se
maquilla como una puerta, que se considera tonta y lo es, y se siente una
mierda. Ella que cada día comprende menos a todos y a todo. No preguntéis
porque, ella tiene sus motivos.
Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por las noches y que no se vaya al vernos las cicatrices: que las comparta con nosotros. Comprendió que enamorarse era una necesidad tan importante como respirar, y que, al igual que moría si no respiraba, también lo hacia, aunque de distinta forma, si no amaba. Pensaba eso del amor. Y también pensaba que las personas se habían acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tenían miedo de que alguien llegase y les hiciese daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia, tanteando el precipicio antes de saltar,...
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